domingo, junio 22, 2014

MEDUSAS DE AYER Y DE HOY

Pues sí, ya no es un secreto. LA MIRADA DE PIEDRA (Una aventura de Jaime Azcárate) aborda desde un punto de vista artístico el tema de Medusa, la monstruosa mujer de la mitología griega que peinaba serpientes en lugar de cabellos y convertía en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos. Dicho esto es imposible no pensar en ciertos referentes cinematográficos.

Viendo las dos versiones de FURIA DE TITANES (la de 1981 y la de 2010) se extraen interesantes conclusiones. Dejando a un lado los efectos especiales, la diferencia más llamativa estriba en que en la más antigua priman el suspense y el terror, mientras que en la más reciente sólo interesa la acción desatada y la espectacularidad. Dicen que la primera se ha quedado vieja, pero a mí no me lo parece. En cambio la segunda no se distingue mucho de un anuncio de coches o del Mundial de fútbol.

¿Con cuál os quedáis?



viernes, junio 20, 2014

LA MIRADA DE PIEDRA. SINOPSIS Y DISEÑO DE CUBIERTA

He aquí la cubierta y la sinopsis de la nueva aventura de Jaime Azcárate, a la venta en e-book y en papel a partir del 26 de junio. ¿Nerviosos? ¿No? Eso es que no sois el autor.

El diseño es de Gonzalo Jerez, "El Selenita", que ya colaboró en la cubierta de Museum y con quien ando preparando más sorpresas para diversión vuestra y, sobre todo, nuestra.

Espero que os guste.


miércoles, junio 18, 2014

EL VIAJE DEL ESCRITOR

El título de esta entrada es el de un libro de Christopher Vogler que os recomiendo si queréis saber cómo se construyen las historias que llevan cautivando a los seres humanos desde hace milenios. Pero hoy no quiero hablar de eso, sino de una cuestión que lleva años atormentándonos a todos. ¿Debe el escritor escribir sobre lo que conoce o sobre lo que no?

La respuesta es muy sencilla. El escritor lo único que debe hacer es escribir. Si lo hace sobre su vida, sobre la de otros o sobre los bacilos de Doderlein es asunto suyo. Lo único importante es que esté convencido de lo que escribe, sea esto el drama de un taxista sin clientes o una aventura galáctica ambientada en el año seis mil y pico. Creo que el escritor novel sí debería centrarse en lo que mejor conoce, pero si tienes ya dos o tres novelas escritas y publicadas, es hora de mover el culo. El óxido es un enemigo mortal del escritor.

¿Pero mover el culo adónde? ¿Es cierto que hay que viajar mucho para ser escritor?

Pues hombre, depende de lo que escribas. Si sólo te interesa tu entorno inmediato, viajar está bien pero no es imprescindible para tu oficio. La cosa cambia si quieres escribir novelas de aventuras o thrillers ambientados en lugares lejanos.

Famosa (y sospecho que falsa) es la creencia de que Julio Verne escribió sus visionarias historias sin salir de Francia. Sí es verdad que Matilde Asensi tiene pánico al avión y reconoce que se documenta  únicamente a través de libros y de internet. Juan Gómez-Jurado y Fernando Gamboa son viajeros expertos que optan por desplazarse a los lugares donde van a situar la acción de sus historias, que suele ser mucha y movida. Por lo que a mí respecta, jamás escribo sobre un lugar en el que no haya estado. No se trata de un código de honor ni nada por el estilo. Verne, Asensi y muchos autores de thrillers y novelas de aventuras escriben relatos extraordinarios sobre tierras remotas sin haber estado allí. Lo mío es una especie de promesa que me hice cuando empecé a pulsar teclas para contar historias y que aún no he tenido la ocasión ni las ganas de romper. Bueno, una vez lo hice, pero enseguida me arrepentí. Lo siento. Me he equivocado. No volverá a ocurrir.

En realidad fue algo gradual. Mi primera novela, La Isis dorada, se desarrolla íntegramente en Madrid, por lo que un simple metrobús fue suficiente para cubrir el proceso. Donde nacen los milagros tiene lugar en Sepúlveda y las tierras del sur del Duero, zona que conozco desde niño y que me inspiró esa historia sobre santos eremitas y talismanes mágicos. Mi primera novela ambientada en zona anglosajona, Fabuland, nos trasladaba a un mundo fantástico (aunque parte de su ambientación se me ocurrió mientras trabajaba en Teruel) y en dos ciudades de Estados Unidos en las que pasé un verano: Ypsilanti (en el estado de Michigan) y Chicago. La mayor parte de la trama de Museum ocurre en Madrid (trabajé dos años en un famoso museo de la capital), aunque hay pasajes que transcurren en Bruselas, cuidad a la que he viajado en más de una ocasión. ¿Podría haber ubicado estos capítulos en cualquier otra ciudad europea? Lo cierto es que sí, pero quise aprovechar una que conociera más o menos bien. Parece una tontería, pero si no has estado allí, el lector lo huele. Y si no sabes que Bruselas no huele a coles sino a goffre... ay, amigo, estás muerto.

Es curioso el caso de mi próxima novela, La mirada de piedra, cuyo argumento llevo gestando en mi cabeza desde 1997. Aunque podría tirarme el pisto y decir que mientras preparo una trama organizo viajes para documentarme, la verdad es muy distinta, aunque no por ello menos excitante.

Os cuento: tengo la suerte de haber viajado mucho en mi edad adulta. De pequeño mis padres sólo me llevaban a dos sitios: la playa o la montaña, pero desde que me salieron pelos en los brazos he conocido lugares como Grecia, Italia, Egipto, Noruega, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Gran Bretaña, Bélgica, Suiza, Tailandia (en luna de miel) o Marruecos, y en todos ellos he encontrado localizaciones, ambientes o historias que merecían formar parte de una novela. Algunas ya están contadas, otras lo serán algún día; y otras, nunca. Lo interesante es el momento en que sucede. A veces no sabes lo que es, pero tu cabecita excéntrica hipersensible reconoce que ahí hay algo que desde ese momento entra a formar parte del círculo privado de tus neuronas creativas y, tal vez, de tu bloc de notas.

Son cuatro las ciudades que aparecen en La mirada de piedra, y cada una de ellas la he conocido en un momento distinto de mi vida. Cuando a mediados de la década del 2000 una ex novia me regaló un viaje a Atenas y visité el puerto de El Pireo, supe que algún día ese lugar de increíble importancia histórica y marítima aparecería en alguno de mis libros. Años después ocurrió lo mismo con Verona, ciudad a la que acudí de viaje de aniversario con Laura, mi mujer, para asistir a un concierto de Ennio Morricone. La cabeza del escritor sigue pautas un tanto anormales, y en ese emplazamiento invadido por el romanticismo de Romeo y Julieta lo que se me ocurrió fue una espectacular persecución nocturna a orillas del río Adigio. La tercera ciudad la conocí hace pocos meses. Se trata de Cagliari, al sur de Cerdeña. Un lugar maravilloso rodeado de monumentalidad y vida al que trasladé parte de la acción de La mirada de piedra que, en una primera versión y habiendo incumplido mi promesa (nunca mais), había situado en Palermo, ciudad que aún no han pisado mis pies. Añadamos a este trío de ciudades la soriana El Burgo de Osma, donde hace bastantes años pude comprobar en mis propias carnes lo que siente un indigente obligado a pasar una noche entera al raso, y ya tenemos novela.

Del argumento y otros detalles hablaré en otro post. Por ahora espero que al leerla podáis oler, sentir y saborear los ambientes descritos en ella. La documentación es tarea relativamente sencilla que se puede hacer sentado ante un teclado, pero la verdad de los sitios, las sensaciones que estos provocan, sólo pueden ser transmitidas si el escritor ha estado allí. Aunque su cabeza estuviera ya en otro lugar con olor a cerveza papel y tinta fresca.





De vigía en El Pireo




Haciendo un casting de monstruos mitológicos. Al final Medusa venció a Minotauro. Otra vez será, cornudo.



 En Verona. Pensando en tirar a alguien al río Adigio.


Verona. Balcón de Julieta.



Museo de Castelvecchio (Verona) Aquí van a pasar cosas.


  Gorgoneion en el Museo Arqueológico de Cagliari (Cerdeña). ¿Casualidad? Vamos, anda.


El castillo de El Burgo de Osma. Buen sitio para un asesinato. (Foto robada de internet y de pésima calidad, por cierto)