viernes, octubre 16, 2009

LECTURAS DE GARRAFÓN (I)



Ya sé que lo saben, pero dentro de unos días sale en España la última novela de Dan Brown: “El símbolo perdido”. Y, como también saben, lo hace con una tirada de chorrocientos mil ejemplares, muchos de los cuales ya están reservados. El resto de la información pueden obtenerla con sólo abrir un periódico o poner la tele, porque en cuestión de promocionar los éxitos seguros, los medios de comunicación no se cortan un pelo.

Yo, que no soy fan de Dan Brown pero tampoco le mandaría a la garrucha (con él he aprendido a dominar el tiempo, el ritmo y la velocidad, y también cómo no construir personajes ni elaborar diálogos), tengo ganas de leer esta novela. Y tengo ganas de leerla al margen de que la haya escrito un tipo que venda mucho o poco, que se documente poco o nada, y que su obra conste de dos libros que me tuvieron enganchado durante horas, otro que no vale el papel en el que está escrito y otro que ni he leído ni falta que me hace.

Antes de que se avergüencen de estar leyendo este blog y se pregunten por qué este humilde novelisto emprende hoy una cruzada a favor de ese tipo de libros y no de los otros, mucho más dignos y virtuosos, me adelanto y respondo: porque los otros ya están bien defendidos. Aún no he oído a nadie decir “Ese cabrón del Delibes, cómo nos tima a todos” o “El hijo de la Charo no hace más que leer a Fitzgerald. Qué pérdida de tiempo, con lo listo que parecía”.

La literatura es entretenimiento, y a quien le pique que se ponga Fernergan. Pero todo entretenimiento que se precie debe estar sazonado con algo más. Y es ese “algo más” lo que, precisamente, favorece el entretenimiento. Lo que quiero decir con este aparente galimatías es que, al menos para mí, una obra que no aporte absolutamente nada (cierta cultura, un interés por unos hechos, el tratamiento de algún tema universal, un personaje y su forma de ver el mundo, determinadas teorías más o menos viables) nunca será un libro entretenido sino un tostón ilegible confeccionado a base de vaciedad.

Hay quien dice que este tipo de libros (ya saben, esos que van impresos y encuadernados y que la gente devora con avidez) no aporta nada al intelecto ni al conocimiento de los lectores. No puedo estar menos de acuerdo. Igual que no hay mejor lección de geografía que las obras completas de Julio Verne, muchos thrillers de aventuras, con la excepción de los peores, tratarán siempre de un tema del que se pueda sacar más chicha. El problema de “El código Da Vinci” no es “El código Da Vinci”. El problema es dar por hecho que lo que en esa novela se cuenta es tan cierto como la wikipedia. ¡Crasos errores ambos! Lo que se exige en este caso es más sentido crítico y menos credulidad por parte del lector. Y si diez millones de personas se acercan a ver la Mona Lisa porque han leído algo de ella en un libro... ¡olé por las gónadas de Da Vinci, Mr. Brown y sus asesores de marketing!

Leer es una combinación maravillosa de ocio, reflexión y cultura. Cuando una obra reúne los tres requisitos, se convierte en sublime. Dos de los libros que más he disfrutado este año se llaman “Ensayo sobre la ceguera” de un tal José Saramago y “En busca de la Atlántida” de Andy McDermott, donde hay más tiros y explosiones por página que en las dos guerras mundiales juntas. Los dos libros son diferentes, pero ambos tienen algo en común: están impresos en papel, me han proporcionado grandes momentos de lectura, son sumamente entretenidos y han vendido miles de ejemplares. ¡Qué hermosas sensación la del privilegiado lector todoterreno que huye de los prejuicios para caer en el placer puro del negro sobre blanco! Además, que un libro venda o mucho es poco no es sinónimo de calidad o ausencia de la misma. Hay superventas que se las traen de lo malos que son y otros que son auténticas joyas. Y viceversa. Por ejemplo, "La Isis Dorada" vendió poquísimo y es un libro extraordinario.

Bueno, pues este momento de autocera es tan bueno como cualquier otro para cortar el rollo hasta la próxima ocasión.

(CONTINUARÁ...)

2 comentarios:

  1. Hola!
    He llegado hasta aquí desde el feisbu de Miguel Ángel León Asuero, ya ves ...
    Bueno, tema Dan_Brown. De él leí El Código Da Vinci y ... me gustó! Qué se le va a hacer! Sí: es literatura comercial pura y dura, no lo discuto. Pero estoy de acuerdo contigo en que la literatura es entretenimiento, y eso lo consiguió [conmigo] el librito de marras cuando lo leí. A veces necesito un libro así: rápido de leer y que no dé comederos de cabeza. Esta gente cuenta luego con muchísimos medios para publicar, cosa que a otros escritores les cuesta sudores.
    De todos modos no es el tipo de literatura que me va. Pero no estoy en contra de ella. Prefiero mil veces que alguien me diga que sólo lee libros así a que me diga que qué es leer. Por mí como si lee un TBO todos los días ...
    Bueno, perdón por la extensión, que te agrego a mis blogs con permiso, y que anoto tus libros porque me han interesado.
    ...Sigo bicheando por el blog ...

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  2. Pues la verdad es que no puedo estar mas conforme contigo...creo que lo importante es que las personas cojan un libro y disfruten con el. Me gustaria saber cuantas personas se iniciaron en el mundo de la lectura con alguno de los libros de Dan Brown o a cuantas personas les ha entrado el gusanillo con la trilogia "Millenium"...

    Todo lector tiene una puerta de entrada a este mundo... que cada uno elija la que crea mas conveniente.

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