jueves, noviembre 13, 2014

IT´S A WONDERFUL TUIT

Sí, un título muy capriano. Pero todo tiene su explicación.

Resulta que este mediodía la editorial La Esfera de los Libros me hizo llegar una caja con varios ejemplares de mi última novela: LA MIRADA DE PIEDRA. Tan emocionado estaba, que decidí organizar un sorteo cuyo premio sería un ejemplar dedicado. El problema llegó cuando me puse a pensar en el tipo de sorteo que haría y, sobre todo, dónde lo pondría en marcha. ¿En un foro? ¿En mi perfil personal de Facebook? ¿En la página de fans? ¿En Twitter? ¿En este blog? ¿En mi página web? ¿En un hotelito de la costa alicantina? Las posibilidades eran múltiples y yo no tenía nada claro cómo organizar algo así.

-Piénsalo bien, cenutrio -decía una voz interior-. Planifícalo despacio, prepáralo y no tengas prisa por lanzarlo, que luego sale una chapuza.

-Pero Voz Interior, estamos a jueves, se acerca el fin de semana y el libro está a punto de salir a la venta. No me apetece perder demasiado tiempo.

-Hazme casooooo, que luego vienen los lloros.

-Mira, no. Que te den.

Así que mandé al carajo a mi voz interior, me dejé llevar por la intuición y recurrí directamente a Twitter, que para algo es la red social más rápida, inmediata y activa del mundo. O eso leí una vez en el 20 Minutos o no sé dónde.

Y así, sin tener ni pajolera idea del tipo de sorteo que iba a hacer, colgué el siguiente tuit:



Importante: era más o menos la hora de comer. La hora a la que la gente come, ¿vale? Así que contaba con que la gente estaría comiendo e igual tardaría un rato en reaccionar.

Me quedé contemplando la pantalla, que permanecía inmóvil ante mí. Creo que incluso llegué a oír el gemido del viento y el aullido de un coyote en la lejanía.

-¿Qué esperabas, idiota? -me dijo la voz interior tomándose la revancha-. No eres Pérez-Reverte ni Gómez-Jurado. Ni siquiera tienes un apellido compuesto, y tus followers no llenarían ni la sala pequeña de los cines Verdi. ¿Qué digo? Ni la sala de estar de tu casa.

La voz interior empezaba a tocarme esa zona inaprensible que hay entre el sur y el suroeste anatómico. Pero de pronto llegaron las primeras reacciones. Pocas. Tímidas. De seguidores que estaban conectados y a los que conozco desde hace tiempo. Fueron tres o cuatro, y se mostraron receptivos con la idea del sorteo, así que me puse en marcha... aunque seguía sin tener ni idea de cómo llevarlo a cabo. ¿Una pregunta y que enviaran las respuestas por mensaje privado? ¿Solicitar que hicieran RT a un tuit en concreto? ¿Que me siguieran? ¿Que se suscribieran al blog? ¿Que me mandaran un jamón Cinco Jotas sin gastos de envío?

Mi frente sudaba mientras imaginaba a esos tres o cuatro seguidores esperando una respuesta. Y entonces se me ocurrió: crearía un hashtag relacionado con el libro y pediría a los participantes que lo completaran con algo de su cosecha. Así surgió #MeDejaDePiedra, que, además, daba pie al desahogo y la libre expresión, que nunca vienen mal.

Propuse el desafío y me senté a esperar. Conté hasta diez, hasta veinte, hasta cincuenta. La misma inmovilidad. El viento volvía a soplar y el coyote sólo parecía haber hecho una pausa para aclararse la garganta. La voz interior se frotaba las manos con una vileza propia de un vicealcalde corrupto. ¡Cómo gozaba la muy perra mientras yo palidecía ante el monitor, pensando que a lo mejor no había sido tan buena idea dar rienda suelta a los impulsos y que iba a quedar como un perdedor pretencioso! O un cutre con ínfulas.

Llegó una respuesta. Luego, otra. Alguna más. Y luego el viento y el coyote.

-No te preocupes -me dijo otra voz interior mucho más conciliadora que la primera-. Será un concurso minoritario, entre amiguetes. Míralo por el lado bueno: así tendrán más oportunidades de conseguir el premio.

Y entonces, como al final de una película de Frank Capra, llegó la magia que sólo una red social como Twitter puede realizar. No diré que obtuve miles de respuestas, ni siquiera cientos, pero alguien retuiteó uno de los tuits iniciales, y otro alguien lo volvió a retuitear. Y luego otro. Y otro. Y la cosa empezó a rodar. Aquello adquirió el aspecto de un concurso en condiciones. Sólo faltaban los Supertacañones y una señorita ligera de ropa al lado de un panel.

Pero lo mejor de todo no fueron los seguidores que gané con la iniciativa. Ni la promoción que pudiera haberle hecho al libro. Ni siquiera la supuesta alegría del ganador. Lo mejor fue comprobar que, aunque vivimos en una sociedad en la que la tecnología puede volvernos idiotas, es capaz al mismo tiempo de lanzar lazos que unan a personas que se encuentran a kilómetros de distancia y hacerles sentir parte de... Bueno, en este caso igual no fue para tanto. Pero sí nos permitió pasar una tarde divertida soltando chorradas y alguna frase más o menos profunda. Y todo con la excusa del libro, que oye, no es moco de pavo.

En cuanto al ganador... después de hacer una lista con los participantes, pedirle a un amigo que dijera un número del uno al diez y apretar el botón de random.org tantas veces como indicaba dicho número, resultó que salió el número 16, que en la lista que había confeccionado previamente corresponde a...

Pero antes unos cuantos tuits destacados de esa juerga dialéctica :-)



















Están bien, ¿verdad?

Y ahora sí. La ganadora ha sido Laura L. Capella (@Lauralcapella), con quien me pondré en contacto en breve para pedirle los datos y poder enviarle cuanto antes su ejemplar manoseado y dedicado de LA MIRADA DE PIEDRA (que, por si no lo he dicho ya, sale a la venta el 18 de noviembre.)

¡Enhorabuena, Laura! Y a los demás, gracias por participar.

Y las voces interiores que se vayan a freír monas. 

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